15 de julio de 2013

LA NECESIDAD DE DEBATIR

La semana pasada tuve ocasión de charlar sobre muy diversos asuntos y con personas muy diferentes, alcanzando un resultado francamente enriquecedor. Sin embargo, me pareció curioso comprobar cómo la gente, cuando tiene posiciones ideológicas encontradas, suele tender a rehuir el debate. El paradigma de aquello me pareció un chico vasco y euskaldun que se mostraba orgulloso de estudiar a Herri Batasuna y visitar etarras encarcelados, y luego daba pie a silencios incómodos cuando pedías información sobre su visión de la realidad social vasca, que tan mediatizada nos llega al resto de España.

En mi opinión, de aquella curiosidad insatisfecha sólo puede nacer más incomprensión, más frustración e, inevitablemente, mayor recelo y mayor conflicto. Y dicho esto, yo me pregunto: ¿Cuánta confianza hace falta tener con alguien para poder hablar, libremente, sobre cualquier asunto político? El conflicto vasco, evidentemente, no está resuelto. Pero ahora que han callado las pistolas, ¿cómo podemos buscar soluciones si la gente de a pie teme expresarse con total libertad?

Creo que hay que desterrar de la sociedad el infame argumento de "¿para qué vamos a hablar si no nos vamos a convencer?". El proselitismo es una actitud legítima, pero nunca debería ser el único objetivo del debate político. Explicar motivos, intercambiar ideas, comprender razones ajenas, empatizar con el contrario y ver las cosas desde su punto de vista. ¡De eso se trata!

No hay comentarios:

Publicar un comentario